ZOE
VIVE EN EL ESPIRITU CHALERO
(Relato
de vida con Chala Rasta)
-publicado
en el libro "Hombre de Barro"-
Aquella
primavera del 2006 no había sido una primavera más en mi vida.
Por
esos días, mis sábados consistían en ir a la pileta a hacer mi limitada actividad
física semanal y pasear en familia. Nunca dejaba de pasar por el video club de
mi barrio antes de regresar a casa, con el fin de alquilar una película que me
hiciera más llevadero el desvelo del sábado a al noche.
Había
que tener coraje para entrar a ese video club. El mismo era atendido por dos
pibes (no tan pibes) que adoraban esa música marchosa que jamás entenderé.
Alquilar una película debía ser un trámite que se llevara a cabo en apenas unos
minutos, ya que el malestar de mis pobres oídos me obligaban a escapar del
mismo con la velocidad de un rayo con mi entretenimiento nocturno a cuestas.
Una
soleada tarde de septiembre se produjo un punto de inflexión en mi melómana
vida. Esos muchachos "marchosos" no estaban en el video y en su lugar
había un pibe retacón que mostraba una envidiable tranquilidad típica de un
moje budista. Tal vez ese pibe nunca se entere lo importante que él fue en mi
vida. Aclaremos: No fue él en sí mismo tan importante, sino lo que el provocó
en mi vida desde ese mismo instante.
Ya
no se sentía en ese video club esos estruendosos sonidos extraños. El reggae se
había adueñado del lugar. El DJ de turno no sabía de marchas, ni de música
disco ni de reggaetón ni nada que se le parezca. Sólo se estimulaba con el
reggae. Y no con cualquier reggae, sino con un reggae cantado en nuestra lengua
nativa que, quien suscribe, desconocía por completo.
-
Hola flaco, por fin música como la gente
- le dije - menos mal que no están los marchosos. ¿Qué es esto? - pregunté,
dejando de lado el objetivo principal de mi visita que no era más que alquilar
una película para pasar el rato.
-
CHALA RASTA - me dijo - ¿no los conocés?.
-
No – dije, y allí empezó mi nuevo
amigo, el petiso a contarme.
-
Es una banda de Temperley que tiene 5 CDs
editados y que una vez tuvieron la desgracia de haber perdido todos sus
instrumentos en un incendio - Y que esto, y que el otro.
-
Escuchá que te hago zapping de las
canciones - me dijo. Y allí comenzó a sonar 7º Hijo, No te vayas, Cuerpo,
El ska...todo el CD 7º Hijo pasó por mis oídos. ¿Qué importaba a esa altura que
película me llevaría?. Absolutamente nada. Manoteé la primera que encontré y
marché para la disquería a buscar mi "7º Hijo".
No
lo conseguí. Estaba agotado.
-
No hay problema, dame Gondwana - le
dije al vendedor. Y allí me llevé a mi casa "Africa", "Nube
Negra", "Ya lloré". Nada tenía que envidiarle a ese disco
agotado.
Días
después comenzó mi rotation por disquerías, buscando todo lo que tuviera en su
tapa el nombre Chala Rasta y con un simpático gnomo vestido con los colores
rastafari que ya había penetrado en mi retina. Así es como fui conociendo a los
hijos del sol, a las brujas cazadas y a los cinturones vacíos pero llenos de
cobardía. Nada fue casual mi encuentro con Chala.
De
a poco esta histórica banda totalmente desconocida por mí hasta entonces se fue
metiendo en mi vida sin pedir permiso.
Ya
no era cuestión de tener toda su discografía completa, sino de escucharlos una
y otra vez, pensando en su música, analizando su poesía, dejándome llevar por
su magia.
Zoe
había llegado a nuestra casa dos años antes. Era una pequeña niña que vino al
mundo a sufrir. Sus limitaciones físicas y de madurez hicieron de ella una
visitante asidua a hospitales, consultorios médicos, enfermeros y todo lo que
huela a alcohol de hospital. La estuvo luchando mucho, la peleó, pero un día
llegó esa visita inesperada que te arrebata de cuajo todo el amor que un hijo
te puede brindar, quienes tuvieron alguna vez un hijo saben de lo que hablo.
Zoe se fue físicamente de este mundo cruel, sin poder saltar, sin poder jugar,
sin poder vivir como cualquier niño merece.
Ese
fin del 2006 y principios del 2007 fueron días crueles. Zoe sintió el desprecio
de las miserias humanas que no quisieron acompañarla cuando vivía y tampoco
cuando se marchaba. ¿Qué abuela puede abandonar a un hijo cuando éste pierde a
su retoño?. ¿Qué hermano o hermana que se digne de tal puede estar ausente en
esa pesadilla?. Créanme que hay gente que sí, que te abandona cuando más los
necesitás.
Pero
allí estaba Chala diciéndome que "nunca abandones a un hermano
herido" y que “el sol sale otra vez...pero no sale como ayer".
Ese
vacío filial en el peor momento de mi vida fue apaciguado por Chala "en el
camino de la vida...está la esquina del adiós...voy cicatrizando heridas,
compadreando el dolor, el dolor". No hubo canción más hermosa ni frase tan
exacta para levantarme y tratar de salir a flote.
Nada
en la vida se asemeja a la pérdida de un hijo, pero si además no hay nadie
físicamente a tu lado, la cosa empeora. Así viví aquel enero. Por respeto a la
mamá de Zoe que no quería visitas, nadie pudo estar a mi lado. No hubo una
madre que me besara ni un hermano que me abrazara. Mi padre habrá recibido a su
nieta en el más allá. Los respetuosos amigos estaban a la distancia por pedido
propio. Y allí caí en la cuenta que la soledad en el dolor clava los puñales
donde más duele.
Pero
no todo fue abandono: la música de Chala sonaba todo el tiempo en mi mente y mi
corazón. Chala me rescató de la depresión y de la locura. Fue mi hermano
omnipresente en esos fatídicos días.
“El
camino de la vida” no fue una canción cualquiera para mí. Fue la canción que me
hizo ver en el infierno, que valía la pena vivir.
No
dudé ni un minuto en buscar contactar a la banda. Allí es donde aparece un
amigo del alma, esa gente a la que uno no conoce personalmente sino a través de
un correo electrónico y desde el primer instante, se abre y muestra su corazón.
Ese amigo, Daniel Fernández, era (y sigue siendo) el representante de prensa de
la banda y es a quien le escribí para contarle mi historia.
Poco
tardó Dany en decirme que Christian quería dedicarle ese camino de la vida a
Zoe en su próximo recital de Auditorio Sur por Abril del 2007. Allí estuvimos y
allí sellamos definitivamente los códigos de afecto y hermandad que me unen con
la banda.
Christian,
desde ese inmenso escenario y con un Auditorio lleno de chaleros, comenzó
diciendo algo así como que: - Pocas veces
más justa que ésta. ¿Qué más importa cuando se acerca gente como se acercan
muchas veces ustedes y nos piden especialmente por algún acontecimiento una
canción?. Y ésta les juro, les juro que vale la pena… va para que… va para
que la escuche Zoe… sea… sea que sea donde esté… seguro que no lejos de este
lugar – Joder, como para no emocionarme.
Nunca
palabras más cariñosas y ciertas. Zoe volvió del más allá unos minutos para
vivir esa fiesta, ese interminable momento que se eternizó en el camino de la
vida, esa canción que ya no le pertenece a la banda, sino que también es de
Zoe, es mía y de todos ustedes, que saben de qué hablo por el sólo hecho de ser
parte de la Familia Chalera.
Christian
buscándome desde el escenario entre la multitud (¡y encontrándome!), su bella
novia queriéndome conocer, Dany dándome el abrazo de hermano que pocos supieron
darme. Hicieron de aquel recital uno de los momentos más maravillosos de mi
historia con la música. - conmigo...cuenta conmigo...estoy donde quieras...allá
va mi corazón.
¿Podrá
haber acaso códigos más fraternos entre una banda y su gente?.
¿En
qué ojos buscarías la luna si debieras hallarla?.
Yo
en ella, en Zoe, aunque día a día los puedo seguir viendo en los hermosos ojos
de su hermanita Macarena, quien adora a Chala como los adoro yo.
Sebastián López Brusa - La Plata (Buenos Aires)
Aquí pueden
ver el video de "El camino de la vida" (dedicado a Zoe)
(VIDEO DE YOUTUBE)
El camino
de la vida
(Auditorio
Sur - Reencuentro 2007 - 20/04/2007)