viernes, 20 de julio de 2012

SIN RUMBO



SIN RUMBO


No puedo decir exactamente en qué momento empezó la magia chalera. Sólo sé que la primera vez que escuché un tema de Chala Rasta, me di cuenta que teníamos una relación especial.
Muchas veces viajé a verlos, otras tantas vinieron a Córdoba, pero el lazo se mantuvo intacto como el primer día. Siempre fui una convencida de que Chala Rasta no es una banda para cualquier persona. Citando a un muy amigo mío: "Chala Rasta es como un pulpo dentro del océano que es el universo musical. No es ballena ni tiburón, es un pulpo que te atrapa y no te deja escapar. Quien se aferre bien fuerte a esos tentáculos podrá sentirse protegido por la energía chalera”.
Después de mucho dudar decidí mandarle un mail a la banda. Hacía muchos años que los escuchaba pero nunca había sentido semejante necesidad de hablar con ellos. Si bien ya ni siquiera tengo la casilla de correo de la que mandé mi primer mail, recuerdo todas y cada una de las palabras que escribí. No es para menos, ya que en mi mail declaraba todo el amor por la banda, la necesidad de verlos más seguido, de sentir a Chala Rasta.
La respuesta fue inmediata. Daniel; primer seguidor de la banda, representante y un excelente amigo, MI amigo; me respondió agradeciendo el sentimiento y el cariño hacia los chicos. Siguió pasando el tiempo (no voy a entrar en detalles porque el objetivo de esta crónica es contar mi experiencia con Chala Rasta) y seguí siendo fiel a mis gustos.
Mi amistad con Dany ya era sólida. Christian y los chicos ya sabían de mí y de mi pasión por su música. Un día como cualquiera se me presenta la posibilidad de realizar el viaje de mi vida. Irme a vivir a un país al otro lado del mundo. Entre twitter, mails y whatsapp le cuento a Dany que me iba de viaje.
Dany, te escribo este mail porque te quiero contar que existen un 95 por ciento de posibilidades de que en noviembre me vaya a vivir a Nueva Zelanda. Por eso era mi desesperación por ver Chala Rasta”. Desesperación. Esa era la palabra.
No había shows confirmados para el fin de semana que me iba a Buenos Aires, y ellos no iban a venir a Córdoba. De repente recibí la mejor noticia. Ese sábado que yo iba a estar en la Capital, Chala Rasta iba a realizar un recital privado. Hablé con mi hermano Mauri, quien inmediatamente aceptó acompañarme.
En la mano tenía el teléfono de Christian y en el estómago un nudo. Estaba por llamar a la casa del cantante de mi banda preferida. La banda que cura todos mis males.
Es raro intentar explicar las sensaciones que se cruzaron en ese momento, casi imposible. Después de ultimar detalles arreglamos hora y lugar. Leandro nos pasó a buscar y partimos para la casa de Juan, bajista de la banda. Antes que nada es súper necesario agradecer a Juan por su hospitalidad y por habernos recibido a mí y a mi hermano en su casa.
Voy a omitir un montón de detalles, pero no voy a pasar por alto el hecho de que todos y cada una de las personas con las que estuve ese día me brindaron lo mejor. Nunca me sentí tan cómoda. Y para envidia de algunos, fui una de las primeras en escuchar los adelantos del próximo disco.
Fuimos en la trafic al lugar del espectáculo. Si antes me era ‘raro’ explicar lo que me pasa con Chala, ese momento es inexplicable directamente. Un show increíble, canciones que merecían ser cantadas. No sé si fue porque sabía que por mucho tiempo no los iba a ver, o por el hecho que Gordillo agradeció mi presencia en el recital, o simplemente porque era Chala Rasta, pero el show estuvo increíble.
Me voy de viaje sabiendo que acá tengo más de una familia. Chala Rasta representa miles de cosas en mi vida. Me da la fuerza necesaria para salir del pozo, me tranquiliza cuando estoy allá arriba. Mi cable a tierra, mi luz, mi guía.
Gracias Dany, por tu apoyo constante y tu inmensa amistad. Te quiero tanto que me cuesta decirlo con palabras. Gracias Chris por la onda, por darme la oportunidad de estar con ustedes, por recibirme con los brazos abiertos, por tu música. Gracias Maxi, a los dos. Gracias Juanita. Gracias Martín. Gracias Juan. Gracias Leandro. Gracias David. Gracias todos. Sé que me olvido de un par, pero MIL GRACIAS por dejarme formar parte de esto que es Chala Rasta. Los quiero y el contacto sigue, cerca o lejos. Al fin y al cabo somos hermanos.
“Somos la fuerza que vos necesitas, somos más de lo que te imaginas”.

Maru Luciani - de Córdoba, ahora en Nueva Zelanda