Una noche en La Trastienda
(agosto de 2013)
Misterio y revelación.
Quien haya ido a un
recital sabe que existe el folclore, existen rituales de acuerdo a la banda que
se va a ver... existen seguidores, fans. Pero también existen amigos,
hermanos... una familia que se junta, se une, no se amontona, que ama la
música, que se emociona y acompaña a la banda amiga, influencia y compañía de
cada día
Así fue el Sábado 10 de
Agosto.
Cuando llegué supuse que
iba a ver muchísima gente agolpada en la puerta del lugar, pero no. La espera
era tranquila, a un costado, fumando y tomando algo, cada uno que llegaba se
acercaba y saludaba, no importaba si no te conocían, el saludo cordial,
amistoso estaba presente. Primera sorpresa. Caminé buscando un kiosco, tenía
hambre... hacía frio.
Encontramos a unas chicas,
venían de lejos, Concordia. Consiguieron la entrada que les faltaba para poder
disfrutar juntas del show. Entramos. Acostumbrada a recitales en lugares
enormes y masivos, La Trastienda era un rincón en la ciudad, tomamos cerveza y
esperamos, me latía el corazón, sonreía para adentro sin saber qué vendría, sin
saber si la iba a pasar bien... todo quedó atrás cuando salieron los músicos y
Christian Gordillo saludó, empezó la noche más cálida que haya vivido; una
fiesta, sonrisas enormes que a pesar de no poder tener las banderas de siempre
festejaban, saltaban, soltaban globos de colores, papelitos rojos, verdes y
amarillos y cantaban, ese clima futbolero que me erizó la piel, brindaban por
23 años de Chala Rasta.
Ahí estaba yo, cantando
las pocas canciones que sabía, bailando en mi lugar, sacando fotos para guardar
en mi archivo especial de momentos gratificantes.
La torta por los 23 años,
las palabras de agradecimiento, los vientos que me transmitieron pasión, y la
entrada triunfal de los trapos, esas banderas que tienen historia, que fueron
pintadas con el alma... la banda, la gente, esa comunión de sentimientos que
solo pueden explicarse si vivís la experiencia. Estoy lejos de ser de la
familia, pero qué bien se siente escuchar a Chala.
Silvina
Benítez